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Bloqueos Nerviosos e Infiltraciones. Tratamiento Médico del Dolor Crónico Benigno
Heraso, M.
1ª Edición Febrero 2014
Español
Tapa blanda
231 pags
632 gr
20 x 27 x 2 cm
ISBN 9788471019578
Editorial MARBAN
LIBRO IMPRESO
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Descripción
De una forma coloquial, como si fuera una conversación práctica
entre colegas, voy explicando mis experiencias de los últimos veinticinco
años con el abordaje del dolor en la Unidad de Dolor del Hospital San
Francisco de Asís, de Madrid.
Me formé en España con los doctores Espejo y Madrid Arias, alumnos
directos del doctor John Bonica. Trabajando en Roma con el Doctor Arcuri, famoso
por su destreza y ausencia de miedo a los riesgos, logré desarrollar
cierta cotidianidad en bloqueos nerviosos, haciéndolos prácticamente
indoloros e inocuos, hasta el punto que, en un mismo acto clínico, he
podido realizar hasta cuatro e, incluso, seis bloqueos.
El doctor Antonio Espejo aconsejaba: "Conociendo bien la anatomía
y los puntos de referencia puedes inventarte cualquier bloqueo nervioso que
desees. Usa pocos fármacos, pero conócelos muy bien, para detectar
rápidamente sus posibles reacciones adversas, si las hay, y conocer siempre
los márgenes en los que puedes moverte. Invéntate el material
con el que vas a conseguir llegar a donde quieras, en las condiciones que quieras.
Elimina riesgos."
Cuando empecé a dirigir la Unidad de Dolor del Hospital San Francisco
de Asís me preocupaban muchísimo las complicaciones que había
presenciado como residente en las distintas unidades del dolor, tanto en Madrid,
en el Hospital La Paz, como en Roma, en los Hospitales Universitarios Tor Vergata
y La Sapienza. Así que, para ahorrar riesgos y complicaciones, tenía
muy en cuenta la balanza riesgo/beneficio.
Comencé a disminuir las dosis del anestésico local y, desde 10
cm3 de bupivacaína por bloqueo, bajé, con el tiempo, hasta 2 cm3,
e incluso hasta 1 cm3 dependiendo del bloqueo, sin alteración del resultado
analgésico. Fui añadiendo fármacos regeneradores, antiinflamatorios,
antioxidantes, etc., consiguiendo unos resultados espectaculares y sin la menor
complicación para los pacientes, ni en la unidad, ni posteriormente.
Como podía practicar varios bloqueos por acto clínico, para que
el paciente lo tolerara fácilmente tuve como objetivo disminuir el dolor
e incluso la molestia del bloqueo, para lo cual empecé a cambiar de agujas,
usándolas cada vez más finas y menos agresivas. Utilizo, además,
cloruro de etilo en spray, Cloretilo, para congelar la zona que previamente
se va a pinchar. El resultado es que el paciente no se entera.
En las explicaciones de los materiales y fármacos que utilizo soy de
una gran sencillez, como podría ser en una conversación con un
colega que pregunta: ¿la aguja que usas cuál es, la verde normal
intramuscular?, ¿y de ese fármaco, cuántos cm3 pones? o
¿cómo lo puedo localizar y de qué laboratorio es?
Cuando conocí a la Dra. Melzac, de Toronto, considerada una puntera en
el tratamiento del dolor, me quede muy decepcionada ya que su discurso terapéutico
no iba tan encaminado a bloqueos nerviosos agresivos como hacia los problemas
psicosomáticos del paciente. En Tacoma, Seattle, cuna de John Bonica,
inventor del bloqueo nervioso, me pasó lo mismo: los tratamientos se
decantaban hacia el conocimiento de la psicosomática del enfermo. No
entendía ese cambio. Nunca pensé que, al cabo de los años,
mi práctica médica me iba a conducir por los mismos derroteros.
Cualquier médico que sepa "pinchar", escuchar al paciente y
esté deseoso de eliminar su dolor está en condiciones de llevar
a la práctica este manual de ayuda en el tratamiento del dolor crónico
benigno.
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